LIMA, CIUDAD DE TODAS LAS SANGRES
Lima, fundada en 1535 por los colonizadores españoles, ha experimentado profundas transformaciones a lo largo de sus casi cinco siglos de historia. En la “Ciudad de los Reyes”, llamada así por estar bajo el patronazgo de los Reyes Magos, habitan más de 10 millones de personas, representando un tercio de toda la población del Perú. Por tanto, actualmente la capital de la República es el espacio donde puede apreciarse la diversidad cultural del país, sus potencialidades y sus contradicciones.
. En la “Ciudad de los Reyes”, llamada así por estar bajo el patronazgo de los Reyes Magos, habitan más de 10 millones de personas, representando un tercio de toda la población del Perú
En la época colonial, Lima fue el centro del poder español en Sudamérica. Allí residía el virrey y una aristocracia criolla que controlaba la administración colonial y el comercio. Para nutrir al virreinato de funcionarios públicos y clérigos, en Lima fue fundada en 1551 la Universidad de San Marcos, el primer centro de estudios superiores de América. El poder político estaba acompañado de un prestigio espiritual. Santo Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima entre 1579 y 1606, es reconocido por haber estructurado la Iglesia en Sudamérica y potenciado la evangelización de la población indígena. Asimismo, en la primera mitad del siglo XVII, Lima fue reconocida por ser un recinto de intensa piedad religiosa, cuyos frutos más reconocidos son santa Rosa de Lima y san Martín de Porres.
Las guerras de independencia significaron un nuevo estatus para la ciudad de Lima. De ser la sede de la aristocracia colonial pasó a convertirse en la capital de la naciente República. Sin embargo, la inestabilidad política, debida a las guerras internas entre las élites regionales del país, impidió la consolidación de la capital. Fue hacia mediados del siglo XIX que las exportaciones internacionales del guano (un fertilizante hecho del excremento de aves que se acumulaba estratégicamente al sur de Lima) permitió consolidar una élite económica y un aparato estatal cuya residencia estaba en la ciudad capital. En la década de inicios de 1870 inicia una temprana expansión de la ciudad, al tumbarse las murallas coloniales y levantarse infraestructura que reflejaba los ímpetus modernizadores venidos de Europa. Este apogeo se vería interrumpido por la derrota peruana en la Guerra con Chile. El signo contundente del fracaso sería la ocupación de Lima por el ejército chileno entre 1881 y 1883.
El periodo de posguerra y el tránsito al nuevo siglo fue un momento de reconstrucción del aparato institucional y de crecimiento económico. Lima concentraría los beneficios de los procesos de modernización, que se irían acelerando a lo largo del siglo XX. Desde los años 1920 en adelante, el Estado asumiría un rol preponderante en la ampliación del acceso a infraestructura, educación, salud, vivienda, que fundamentalmente se concentrarían en Lima. Tal situación consolidaría una centralización del poder político, del desarrollo económico y de las oportunidades en torno a la capital, en perjuicio de las otras regiones, siendo este un problema aun latente en la actualidad.
La centralización alimentó la percepción en todo el país de que las oportunidades laborales abundaban en Lima. Si alguien quería prosperar, tenía que ir a la capital. A partir de 1940, esto se tradujo en un incremento poblacional que desbordó las posibilidades reales de vivienda de Lima. En busca de vivienda, los migrantes de origen popular, campesino e indígena no solamente tomarían posesión de terrenos en las afueras de la ciudad. Lo más importante fue que construyeron comunidades que recrearon sus identidades y tradiciones en una ciudad que, hasta entonces, se imaginaba como blanca y criolla. Gracias a ello, hoy Lima tiene un rostro mestizo, que, en medio de heridas y desigualdades irresueltas, es reflejo pleno de la diversidad cultural del país.
Juan Miguel Espinoza Portocarrero
Departamento de Teología, Pontificia Universidad Católica de Perú