Con gusto a poco ¿qué pasa con la igualdad?
El surgimiento de la consigna #NiUnaMenos, hace un par de años, llevó a que el movimiento feminista tomara, tal vez, más fuerza que jamás en la historia. El movimiento comenzó a crecer, empezó a tomar otras características y, como siempre, afloraron los discursos más radicales. Discursos que la gran mayoría de las veces terminan contra la Iglesia, y recién allí, entonces, la Iglesia tuvo su reacción.
Hemos escuchado a miles de sacerdotes, comenzando por el Papa y siguiendo por muchos de los párrocos y vicarios de nuestras parroquias hablar sobre “la ideología de género”. Este es el punto más conflictivo de la Iglesia con los movimientos feministas. Mientras quienes afilian al feminismo aseguran que la ideología de género no existe y que lo que buscan es la mera igualdad entre varones y mujeres, y la desaparición del patriarcado, en frente, la Iglesia sostiene que se trata de un aparato para adoctrinar a favor de la homosexualidad y el aborto.
Ahora me pregunto ¿qué pasa con todo el resto de los reclamos de los movimientos feministas? ¿por qué no hay sacerdotes predicando los domingos sobre las diferencias salariales entre varones y mujeres?, por ejemplo. Parece que los abusos en la industria del cine -por nombrar los más célebres- nos son indiferentes, que la mujer objeto no molesta tanto, que las publicidades en las que solo las mujeres compran detergente no son tan machistas, que el hecho de “obligarlas” a depilarse, maquillarse, elegir ropa elegante todos los días para salir, y que sean minoría en todos los lugares de decisión fuera un dato accesorio ¿Cuál es la razón para el silencio?
Todos sabemos que, durante muchísimos años, las tareas domésticas, el cuidado de los hijos, el “cuidado del esposo”, perteneció a las mujeres casi en estado de esclavitud, aún cuando ya habían empezado a trabajar fuera de sus hogares ¿por qué no escucho a los cristianos rebelarse contra esto?
No encuentro el punto en el que ser cristiano deba ser, a priori, afiliar a una sociedad machista y patriarcal. Sí es verdad que la Iglesia es machista: no hay mujeres en el sacerdocio, y están bastante desplazadas de los lugares de decisión. De los siete consejeros cercanos que tiene el Papa solo una es mujer, pero ¿en el resto de la curia romana? En definitiva, la Iglesia somos todos, y si seguimos mirando para el costado sin hacernos cargo de que la mujer, durante siglos, ha tenido un rol casi decorativo en la historia y ya no debe ser así, entonces sí, somos muy machistas.
Los matices los acepto: la Iglesia no va a tranzar con el aborto. Pero ¿por qué la Iglesia no puede ser otro agente de promoción de la igualdad a partir de las coincidencias, con el debido planteo de los puntos en que se difiere? Estoy seguro de que así no estaríamos en este enfrentamiento constante que se vuelve violento y que nos pone a todos los católicos como los retrógrados del sistema.
¿Cuántas conferencias episcopales sacan comunicados cada 8 de marzo? ¿Cuántos obispos se pronuncian en sus cartas pastorales sobre el tema? Tal vez hay muchos y no nos enteramos, pero ¿por qué si es un tema que está tan sobre el tapete, no trasciende? En lugar de tomar el toro por las astas le estamos cinchando la cola, y por eso está furioso.
Queremos y creemos en la igualdad entre varones y mujeres, pero parece que eso fuera tema de otros. Por ahora, a mí, me queda gusto a poco.